viernes, 31 de julio de 2009

NEGRO Y NO ESTÁS.


     Abro los ojos, negro, podrías estar, no estás.
     Enciendo la luz, es temprano, no tengo sueño, después de no dormir, de despertar a las cinco de la mañana, el mundo cambia, el mundo cambiará, el mundo cambia y es de otro color, el mundo es negro, es gris, con toques de brillos amarillos y naranjas, el mundo es un Van Gogh, calles infinitas e interminables destinos, sombras silenciosas proyectadas en las calles. Me gusta el mundo, me gusta a las cinco de la mañana, es su color azul silencio, es como si todo mundo hubiera muerto.
     Abro los ojos, negro... no estás.
     Enciendo la luz, me miro, ¿quién es el que está en mi espejo? Abro la llave, me mojo la cara, me miro, soy yo… El agua cae, me meto a la regadera, el agua cae sobre mi espalda, está fría o el frió soy yo, no importa, es sólo agua. Mis cabellos rubios caen sobre mi cara, miro mis manos , mis marcas, las uñas negras de mis pies, eso soy yo.
Negro.
     Abro los ojos, no estás, una taza de café, mi libro es "Rol" de Xavier Villanova, no me recuerda a ti, este no, veo mi café, pienso… negro, café negro, le doy un sorbo, leo.
     No estás, estoy yo en mi casa viendo una película que no entiendo, tengo un dolor fuerte en el estómago, me giro de lado y abrazo mi panza; negro... La película sigue, aún no la entiendo, veo un mosquito parado en la pantalla, la sangre en mi mano, la limpio. Ya no hay mosquito, las cortinas rojo carmesí me enmarcan mientras me revuelvo en mis cobijas, me levanto por un baso de agua. Negro.
     Las calles son largas y no estás, dan un sentimiento de vértigo en cierta manera. Me refiero a las calles… camino en busca de una tienda abierta que me proporcione café, esta vez no hay libro, no hay luz, sería ridículo. Me siento en una banca pobremente alumbrada por un farol, me pongo la capucha, un venado pasa frente a mí, me froto la cara, veo mis manos y ya hay un café; lo miro, suspiro, lo tomo, no estás.
    Aquí es, tu numero, tu recibidor, tu tapete de la entrada, la puerta entreabierta y una luz que proviene de adentro, una tetera chifla y un conejo come azúcar de una bolsa tirada en el piso, se cae una cuchara, el conejo corre, lo sigo, el agua del lavabo se desborda por debajo de la puerta, hay un espejo roto, no me veo, bajo las escaleras, entro a tu habitación, la luz de la ventana se hace blanca través de tu cortina, la neblina, el heno y ese toque desordenado, la ropa en el piso y tus cobijas revueltas, está todo, pero no estás, sólo una mancha de tinta y no estás.

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