para ELLA...
NO QUEDA NADA
¿Qué queda?, dime
Después de todo esto,
Qué queda, ahora que no hay nada
Dime qué flor volcada y esparcida
Queda entre las manos, dime
Qué caracol nocturno,
En qué casa negra y devorada
Y qué amor queda, dime
En su corazón inhabitable.
Dime lo que queda.
Dime cuál es el aire respirable
Y dime si hay un agua
Que no se encuentre envenenada.
Tú no sabes, oh, no queda nada
No queda nada sino vidrios
Y una flor de sed cubierta de tierra suelta
Y espejos hechos añicos
Y caras destrozadas.
Y cosas secas y sin forma
Como estatuas mutiladas
O como árboles besados por el rayo,
Y papeles y residuos y letras arruinadas
Y hojas que se pisan y se barren.
No queda nada, tú lo sabes. No queda nada.
Qué cosas diferentes de las almas y los cuerpos
Colgando como harapos de las puertas,
Y murallas vomitadas y escupidas
Que separan países que se odian,
Y hombres con el rostro mordido y excavado
De espaldas al océano y a la madrugada
En espera del rayo y la hidrofobia.
Eso es lo que queda.
El tiempo que arde y se consume
Se convierte en polvo sin destino
Y las almas se repliegan en sus conchas
Hartas de expandirse, y la luz no vale nada
Ni la estrella, ni el camino
Y se pudran en el alma
La gota de rocío y el vuelo de las aves
Tu nombre, y la nostalgia.
No vale nada.
La mano y la pluma del poeta
Son como el arma después del homicidio
Y los ojos de la cara
Son un mirar de cerradura
Para espiar el crimen sin perdón y castigo
Y los oídos son bocas de hormiguero,
Y la boca sólo dice palabras desterradas
Malditas en la tierra,
Y los cuerpos son cuerpos de animales
Llenos de estiércol y deseos,
Y es el alma una ventana
Que ha visto un hombre saltar para suicidarse.
Después de todo, no queda nada.
Después de las columnas de cristal y el firmamento,
Después de octubre y la montaña
Después de aquella luz, y el corazón en una llama,
Después del nombre pronunciado y el poema,
Y de la noche luminosa, no queda nada.
Mira esta casa: no queda nada
Después del rostro aparecido como un nuevo continente,
De los labios en contacto y el idioma de las manos
No queda nada.
Mira esta tierra: está quemada.
¡Mira: no queda nada!
Óyeme; estoy diciendo esta palabra
Como quien descubre un nuevo y atroz nombre del alma.
No queda nada.
Tú lo ves: el tiempo es este escombro
Estas cosas imposibles de tan negras y arruinadas,
Esta noche de agujeros y basura
Llena de huesos y de arañas.
Este cielo profanado con huellas de pisadas.
Y esta nada; esto que dejaste;
Los quicios de estas puertas
Hediondos y sombríos,
Indignos del perro y del mendigo
Y esto es lo que queda… queda nada.
¿Qué queda?, dime
Después de todo esto,
Qué queda, ahora que no hay nada
Dime qué flor volcada y esparcida
Queda entre las manos, dime
Qué caracol nocturno,
En qué casa negra y devorada
Y qué amor queda, dime
En su corazón inhabitable.
Dime lo que queda.
Dime cuál es el aire respirable
Y dime si hay un agua
Que no se encuentre envenenada.
Tú no sabes, oh, no queda nada
No queda nada sino vidrios
Y una flor de sed cubierta de tierra suelta
Y espejos hechos añicos
Y caras destrozadas.
Y cosas secas y sin forma
Como estatuas mutiladas
O como árboles besados por el rayo,
Y papeles y residuos y letras arruinadas
Y hojas que se pisan y se barren.
No queda nada, tú lo sabes. No queda nada.
Qué cosas diferentes de las almas y los cuerpos
Colgando como harapos de las puertas,
Y murallas vomitadas y escupidas
Que separan países que se odian,
Y hombres con el rostro mordido y excavado
De espaldas al océano y a la madrugada
En espera del rayo y la hidrofobia.
Eso es lo que queda.
El tiempo que arde y se consume
Se convierte en polvo sin destino
Y las almas se repliegan en sus conchas
Hartas de expandirse, y la luz no vale nada
Ni la estrella, ni el camino
Y se pudran en el alma
La gota de rocío y el vuelo de las aves
Tu nombre, y la nostalgia.
No vale nada.
La mano y la pluma del poeta
Son como el arma después del homicidio
Y los ojos de la cara
Son un mirar de cerradura
Para espiar el crimen sin perdón y castigo
Y los oídos son bocas de hormiguero,
Y la boca sólo dice palabras desterradas
Malditas en la tierra,
Y los cuerpos son cuerpos de animales
Llenos de estiércol y deseos,
Y es el alma una ventana
Que ha visto un hombre saltar para suicidarse.
Después de todo, no queda nada.
Después de las columnas de cristal y el firmamento,
Después de octubre y la montaña
Después de aquella luz, y el corazón en una llama,
Después del nombre pronunciado y el poema,
Y de la noche luminosa, no queda nada.
Mira esta casa: no queda nada
Después del rostro aparecido como un nuevo continente,
De los labios en contacto y el idioma de las manos
No queda nada.
Mira esta tierra: está quemada.
¡Mira: no queda nada!
Óyeme; estoy diciendo esta palabra
Como quien descubre un nuevo y atroz nombre del alma.
No queda nada.
Tú lo ves: el tiempo es este escombro
Estas cosas imposibles de tan negras y arruinadas,
Esta noche de agujeros y basura
Llena de huesos y de arañas.
Este cielo profanado con huellas de pisadas.
Y esta nada; esto que dejaste;
Los quicios de estas puertas
Hediondos y sombríos,
Indignos del perro y del mendigo
Y esto es lo que queda… queda nada.
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